Diario Bernabéu

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En los monasterios dominicos el llamado capítulo del vino.  Este es el momento en que las personas viven juntas…

En los monasterios dominicos el llamado capítulo del vino. Este es el momento en que las personas viven juntas…

En los monasterios dominicos el llamado capítulo del vino. Este es el momento en que los monjes que viven en el mismo monasterio se sientan a la mesa y lo permiten todo. Puedes tomar lo que es de cada uno de tus hermanos, puedes disculparte, pedir perdón y esperar perdón.

Esta semana la Iglesia Católica recuerda a St. Marcín de Porres, un dominico que nunca –por falta de ordenación sacerdotal– había predicado un sermón. No dejó brillantes escritos, libros, poemas, refranes, refranes, etc.

Vivió en Perú, donde su padre fue un colono español. Mi madre es de Panamá.

Hay una leyenda. Marcin se hizo cargo, entre otros, del monasterio. A la cocina. Al parecer, durante los episodios del vino, los hermanos estaban enojados porque Marcin lo había manejado tan imprudentemente que las ratas entraban a la despensa y se comían los ingredientes. Marcin respondió que las ratas y los ratones no tenían suficiente comida, por lo que utilizaron la violencia para conseguirla. Dijo que era una manifestación de injusticia social.

A partir de ahí, Marcin pasa a la acción y concluye que debemos defender a los explotados. Abrió un orfanato en Lima y dirigió un refugio para perros y gatos abandonados en la casa de su hermana.

Martín es el santo patrón de la justicia social, de la televisión peruana y -como dice «Vidas de Santos»- de «la gente mestiza».

Su característica escoba. y un perro, un gato, un pájaro y un ratón comiendo de un cuenco común.

Es bueno comparar a Marcin con lo que escribió Artur Domoslavsky en «Los excluidos»:

«Los pobres -los verdaderos pobres de los barrios marginales del Sur, que luchan cada día por sobrevivir, se les niega el derecho a vivir en su propia tierra, son violados y robados (…)- no son metafóricos. Las virtudes y los ángeles están en mejor lado de la vida y no queremos asociarnos con ellos. Encontrarlos es encontrarlos en el fondo. No tiene que ser una conversación llena de comprensión mutua sobre la vida. A veces se utilizan puños, cuchillos, pistolas.

Publicaciones/RASP