El jueves, los eurodiputados votaron para incluir la energía nuclear y el gas en la ley delegada complementaria de la Comisión Europea, a saber, la clasificación. Esto significa que el Parlamento Europeo no se opuso a la inversión en gas y energía nuclear.
Como informó el Daily Express, la decisión del Parlamento Europeo enfureció a Ucrania, que teme que el desarrollo de la energía del gas, en particular, sea beneficioso para Putin, y que Europa se vuelva más dependiente de las materias primas rusas. “Ucrania estaba furiosa cuando la Unión Europea le entregó a Putin un gran regalo”, dice el informe.
El periódico asegura que es Alemania, que recibe un tercio de sus necesidades de gas de Rusia, la que ha reclamado la inclusión de este gas en la clasificación, lo que significa que Berlín aún puede enviar miles de millones de euros a Moscú.
Por su parte, Austria y Luxemburgo, que se oponen a la energía nuclear, anunciaron que impugnarían el resultado de la votación en los tribunales del Parlamento Europeo.
El Kremlin hace una fortuna durante la guerra. ¿Quién compra materias primas rusas?
Según un informe del Centro de Investigación Independiente para la Energía y el Aire Limpio (CREA), con sede en Finlandia, durante los primeros 100 días de la guerra en Ucrania Rusia ha ganado casi 100.000 millones de euros con las exportaciones de combustibles fósiles. La mayor parte se envió a países de la Unión Europea, con Alemania encabezando la lista de compradores, pagando 12.100 millones de euros por la energía rusa.
Bloomberg dijo el miércoles que las materias primas rusas, que Europa se niega a comprar a Moscú tras la imposición de sanciones, están fluyendo a gran escala hacia China e India. Según datos aduaneros, a finales de mayo Pekín les había pagado 18.000 millones de dólares y Nueva Delhi más de 5.000 millones de dólares.
“China ya está comprando todo lo que Rusia puede exportar a través de oleoductos y puertos del Pacífico”, dijo Laurie Myllyvirta, analista jefe de CREA. “India fue el principal comprador de la carga transatlántica, que Europa ya no quería”, agregó.
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